Por Ivette Estrada
Cuando éramos niños nos encantaban los cuentos de terror. Eran “cautivantes” las historias de espantos. Y hoy, ya con mucho tiempo transcurrido, la vieja seducción regresa y nos murmura teorías de conspiración.
Los viejos cuentos de terror los emplearon en el pasado para mantenernos quietos al menos un momento. Hoy se utilizan con el mismo fin: subyugar y alentar la incertidumbre y el miedo. ¿Quieres develar quimeras? Mira bajo su ropa una realidad sorprendente.
El pensamiento conspirativo siempre resulta atractivo en tiempos de incertidumbre, pero se vuelve más común día a día. Esto porque resulta fundamental para dar forma a las percepciones de muchas personas. Es un instrumento político altamente seductor.
Muchos líderes no necesariamente creen en las teorías de conspiración que abrazan, pero saben que apoyarse en ellas puede ser una forma estratégica de llegar a los votantes. La mayoría de ellos, sienten que carecen de control sobre sus trabajos o vidas personales.
¿Por qué? COVID-19, la guerra en Ucrania, inseguridad, retrocesos en la economía y alta inflación, llenan al mundo de incertidumbre. Entonces solo buscamos entender las cosas.
En ese contexto, el lenguaje se puede usar para mitigar la incertidumbre. Y para catapultarlo… quienes usan lenguaje conspirativo son vistos como héroes que pueden reformar el sistema y paliar la incertidumbre. Sin embargo, la retórica conspirativa en realidad fortalece la inseguridad. Distorsiona y miente. A la par, vuelve a los públicos más receptivas al lenguaje conspirativo.
Los políticos pueden usar esto para su ventaja. En tiempos de incertidumbre, como la guerra, pandemia o economías tambaleantes, las creencias conspirativas y la retórica aumentan.
Para los líderes políticos en un electorado fuertemente polarizado, la retórica conspirativa puede ser muy atractiva y funciona. Los enemigos reales o imaginarios logran cohesionar grandes masas en torno a quien exalta la polarización: nosotros los buenos contra aquellos malos (conservadores, fifis, neoliberales…)
Hoy las redes sociales se emplean para propagar teorías de conspiración rápida y profundamente permiten que se refuercen las creencias y afiliaciones preexistentes, sin importar cuán extravagantes sean.
La existencia de bots, por otra parte, logran agitar (motivar) a los usuarios, y tienen tácticas para aumentar la polarización y afianzar aún más la retórica conspirativa.
En general, cuando la identidad de un grupo y su estatus están bajo amenaza, aparece un aumento en el apoyo a la retórica conspirativa. Cuando se siente que el grupo al que se pertenece pierde, es cuando se intenta recuperarse. En el proceso, es posible que se vean patrones que respaldan la causa que se persigue, incluso si éstos no están respaldados por una gran cantidad de datos.
Si: La gente elige las cosas que refuerzan su identidad política y cómo se sienten acerca de sí mismos, no es esto está avalado o es racional.
Sin embargo, el apoyo a la retórica conspirativa no es fijo: cuando un grupo gana, su apoyo a las teorías de conspiración disminuye. Y aunque el simplismo maniqueo seduce inicialmente, las historias sin sustento se abandonan al poco tiempo.
Al fin del cabo: sólo son cuentos.