Por Ivette Estrada
La resiliencia es la capacidad más demandada en los círculos empresariales, pero también el don que nos permite redescubrir nuestras posibilidades y fuerzas.
Después de una gran disrupción, hay quien perece y otro, en la misma circunstancia, se levanta y se vuelve más fuerte. La diferencia entre ambos es su resiliencia o capacidad no solo de recuperarse rápidamente de una crisis, sino también de prosperar.
Recuperarse de la adversidad es uno de los viajes de desarrollo personal más importantes que podemos tomar. Y lo mismo ocurre en las empresas: tras la pandemia mundial de Covid 19 muchas firmas quebraron. Otras se transformaron, incursionaron en nuevos mercados y contra todo pronóstico crecieron.
La resiliencia no es una “varita mágica” que poseen los afortunados. Implica algo más que la capacidad de recuperarse rápidamente. Significa lidiar con la adversidad y las perturbaciones, pero también adaptarse continuamente para el crecimiento. Las organizaciones verdaderamente resilientes no solo se recuperan mejor; De hecho, prosperan en entornos hostiles.
En el pasado, la gestión de riesgos de los líderes empresariales se centraba en un pequeño número de riesgos bien definidos, principalmente financieros. Ahora, el riesgo incluye presiones ambientales y de salud pública, incertidumbres sociales, tensiones geopolíticas, además de las volatilidades financieras a las que siempre se enfrentaron.
Por ello la resiliencia es fundamental para el progreso estratégico de las organizaciones, y las áreas de resiliencia más importantes son la digital, tecnología, finanzas y operaciones.
Ahora, un elemento crucial en la resiliencia es la agilidad. La toma de decisiones dinámica o practicar la calma deliberada, un enfoque para aprender y liderar con conciencia y elección intencional son dos de las capacidades indispensables.
Ahora, en la creación de resiliencia existen seis dimensiones clave. Estos son el modelo de negocios, reputación, organización, operaciones, tecnología y finanzas.
En el modelo de negocio las organizaciones deben desarrollar métodos de entrega sistemáticos, incluidos productos analíticos, sesiones informativas o ejercicios de escenarios, para guiar la toma de decisiones y la planificación rápidas.
La reputación, por su parte, se nutre de la alineación interna en torno a las operaciones en mercados geopolíticamente sensibles. Las organizaciones necesitan saber qué defienden y a qué se oponen..
Organización. Implica estructuras de gobernanza inclusivas y diálogos abiertos y honestos. Esto puede contribuir a mantener la cohesión cultural y un espíritu mundial.
Por otra parte, para salvaguardar y fomentar la resiliencia operativa, las organizaciones deben centrarse en proteger y pivotar las cadenas de suministro.
Tecnología, en parte, implica blindarse de los ciberataques hasta el despliegue de nuevos equipos tecnológicos en todos los mercados.
Finanzas, finalmente, implica asumir que los riesgos financieros, riesgos cambiarios y de sanciones, evolucionan y deben ser monitoreados de manera continua.
Esos seis órganos conforman la resiliencia. Las acciones en cada uno de ellos presentan incidencias fuertes y directas que permiten fortalecerse tras una crisis. Si cada una de estas áreas la trasladamos a un ser humano tendríamos el modelo de negocios como la forma de acciones y decisiones que tenemos, la reputación de la imagen que tenemos ante la opinión pública, operaciones como decisiones, tecnología como la adopción y manejo de las nuevas tecnologías y finanzas sobre nuestra capacidad de operación sustentable en diversas áreas.
Esa es una somera radiografía del donde resiliencia en ti mismo y en las empresas.