Por Felipe Vega, fundador y director general de CECANI Latinoamérica, empresa de capacitación para asociaciones civiles y otras figuras no filantrópicas.
Repentinamente, en la narrativa empresarial se incorporan distintas tendencias que buscan la vigencia de las marcas y después, tan inesperadamente como surgieron se desvanecen. Pero existen algunas que llegaron para quedarse, como la sostenibilidad social.
A diferencia de la sostenibilidad ambiental o económica, esta dimensión pone en el centro a las personas, sus relaciones y la calidad de vida en comunidad.
Este concepto va mucho más allá de la filantropía. Se trata de crear condiciones que promuevan la equidad, cohesión social y respeto a los derechos humanos. Es la capacidad de las sociedades para desarrollarse de manera equitativa, cohesionada e inclusiva.
Entonces, no se trata solo de atender carencias materiales, sino de fortalecer el tejido social a través de educación, salud, participación ciudadana y acceso a oportunidades.
Este enfoque implica un compromiso con la justicia social, los derechos humanos y el bienestar colectivo. Empresas, gobiernos y organizaciones tienen un papel fundamental en garantizar que nadie sea excluido de los beneficios del desarrollo.
Para la sostenibilidad social el progreso no puede medirse únicamente en términos económicos. Las relaciones humanas, diversidad y paz social son elementos fundamentales para que una sociedad sea verdaderamente sostenible.
En el sector empresarial ya no basta con cumplir con la ley o generar empleos. Las organizaciones deben involucrarse activamente en promover comunidades fuertes, resilientes e inclusivas.
A través de políticas de diversidad, programas de voluntariado corporativo, respeto a los derechos laborales y cadenas de valor responsables, las empresas pueden marcar una diferencia tangible.
Además, sus inversiones sociales estratégicas pueden mejorar la calidad de vida en comunidades vulnerables y generar confianza y reputación a largo plazo.
Implementar el enfoque de qué es la sostenibilidad social dentro de una estrategia ESG no solo reduce riesgos reputacionales, sino que también abre puertas a nuevas oportunidades de negocio. Hoy, los consumidores, inversores y empleados exigen marcas auténticas, que tengan un propósito real y un impacto positivo en su entorno.
Parte de la sostenibilidad exige garantizar condiciones básicas como vivienda digna, seguridad alimentaria, servicios de salud accesibles y entornos libres de violencia. Invertir en infraestructura social, educación inclusiva y cultura comunitaria es una de las formas más efectivas de fortalecer el tejido social y prevenir conflictos.
En esa tarea las figuras no lucrativas tienen un importante rol que cumplir: la concientización.