Por Alan Ramírez Flores, CEO de Coperva
Ante la inflación, los directivos deben ampliar su visión del desempeño en todas las áreas de trabajo.
Una pregunta crucial es: ¿Dónde verán los clientes valor en este nuevo entorno? Y más aún: ¿Cómo podemos diseñar productos, servicios y experiencias para ofrecer este valor?
En tiempo real, el Ceo deberá determinar cuál es la forma más rápida de estabilizar y rediseñar cadenas de suministro estiradas y, en algunos casos, rotas, y qué capacidades se necesitarán para aumentar la resiliencia empresarial y controlar los costos.
Involucrar a todas las áreas en la generación de resultados es una labor impostergable. Así, conviene determinar, por ejemplo, la dirección a seguir para ayudar a los líderes de compras a crear valor.
Recursos Humanos se vuelve altamente estratégica, pues permitirá discernir cómo afecta el nuevo panorama de talentos la compensación, los beneficios y las normas del lugar de trabajo. También guiará al CEO a replantear qué hacer para atraer y retener a los empleados en el cambiante mercado laboral actual.
Existen preguntas cruciales: ¿Cómo debo buscar la revisión de precios en un entorno inflacionario? ¿Cómo puedo formar una mentalidad estratégica y de ciclo completo para mis relaciones con los clientes?
Tales reflexiones impactarán toda la gestión, políticas y priorización de acciones en un ambiente altamente incierto y complejo. ¿Cómo puedo establecer prioridades y organizarme para dirigir toda esta actividad?, será uno de los cuestionamientos preliminares para afrontar la inflación de precios al consumidor y que tiene altas repercusiones en el entorno macro.
Vale remarcar esta idea: el CEO es el integrador definitivo de una organización. Tiene un papel crucial para establecer una dirección clara, alinear la organización, administrar a las partes interesadas y servir como «motivador en jefe».
Hoy, los mejores CEOs actúan con audacia, por supuesto, pero también abordan las decisiones importantes al escuchar primero, tratar los temas de la cultura «blanda» como una ventaja material y empoderar a los empleados y hacer preguntas constantemente.
Si durante el apogeo de la pandemia de COVID-19, las empresas demostraron su capacidad para reinventarse más rápida y completamente de lo que alguna vez creyeron posible, pueden hacerlo de nuevo.
En este momento, la inflación representa uno de los grandes desafíos en el que una acción crucial será responder a nuevas necesidades del mercado y anticipar inclusive la demanda. La flexibilidad de acciones se torna como un instrumento valioso para reconfigurar productos y servicios, renovar las cadenas de suministro y mejorar las experiencias del cliente en un entorno inflacionario e incluso recesivo.
Hoy, más que nunca, el conocimiento del negocio y la creatividad impulsarán los resultados corporativos.